Se hacía llamar Diego Armando. Lo conocí cuando era un chaval. No era una persona cualquiera, era un hombre pegado a una bota de cuero. En ella maceraba un brebaje mágico compuesto por restos de latas, botellines y cartones que encontraba por el suelo. Aunque decían que era de Chiclana, gastaba un marcado acento porteño. Paseaba por el barrio luciendo una peluca de rizos negros y un chándal roído por el tiempo y el genio. Acostumbraba a detenerse frente a las cuadrillas de chavales a pedir priva. A cambio rememoraba algunos pasajes de su célebre existencia. Narraba con emoción aquella vez en que Dios le ayudó a eliminar a Inglaterra en el Mundial. Después echaba a correr por el césped y daba un enérgico brinco para celebrar su gesta. También solía hablar de sus visitas a Fidel Castro, al que se refería como el profeta, confesando que éste era capaz de convertir el agua en vino y devolver la visión a los ciegos. Se despedía abruptamente con la excusa de que tenía que ir a entrenar a Boca o comentar un partido para la televisión.
Las últimas veces que topé con Diego Armando estaba muy venido a menos. Acompañado de su inseparable bota de cuero, se quejaba del trato que le daba la prensa, de sus desengaños amorosos y de las facturas que le estaban pasando los excesos. Repetía que sólo quería descansar y reunirse con el de arriba. Desde ayer, los dos Diego Armando corren la banda izquierda del Cielo bajo la atenta mirada de Dios.

No soy aficionado al fútbol ni mucho menos. Pero admito que esto ha sido muy ingenioso. Saludos desde la ciudad de Guatemala. Estamos bajo un cielo azul de quiebracajete esplendoroso hoy, en este rincón del trópico situado a 1,500 metros sobre el nivel de la realidad.
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Se agradece, compañero. Envidia de las vistas desde esa realidad. Saludos desde España. Un fuerte abrazo! Adelante!
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Me quedo con esta buenísima frase final:
Desde ayer, los dos Diego Armando corren la banda izquierda del Cielo bajo la atenta mirada de Dios.
Un muy bonito homenaje. Un abrazo, Rafalé!
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Me alegra mucho que te haya gustado el final. Se intenta que sea con el corazón. Un gusto verte por aquí, compañero. Un fuerte abrazo, adelante!
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¡Adelante, compa!
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