No debería, pero he vuelto a caer en el peor error que puede cometer un aspirante a escritor. He leído los relatos finalistas del XIV Certamen Literario ‘Come jamón, escribe un montón y engorda el corazón’, al cual me presenté. Suelo lanzar mis textos a estos concursos con la misma convicción con la que un universitario se presenta a un examen tras haber estudiado sólo la noche de antes. La mayoría de veces no obtengo respuesta, incluso si figuro entre los seleccionados, a no ser que los organizadores quieran vender el recopilatorio compuesto por otros quinientos seleccionados. En esta ocasión, me enteré del fallo por una casualidad fatal: comprando un paquete de lonchas de jamón envasadas al vacío en la web de Tocino Feliz, la empresa organizadora del certamen.
El único requisito era que el protagonista del relato fuera el cerdo ibérico negro entrepelado. En un par de horas de planificación, redacción y corrección, alumbré una trama genuina que titulé La revuelta del senado porcino, una afilada metáfora sobre los equilibrios del poder y el chorizo como elemento disruptivo. La escena principal, un diálogo entre Cerdo Sánchez y Guarro Casado tumbados sobre el fango del palacio de La Moncloaca, trabajaba el símil y el hipérbaton, así como unos cultismos que me habían parecido resultones. Estaba convencido de que me llevaría el jamón ibérico del primer premio o, al menos, el lomo del segundo o el salchichón del tercero.
Es fácil pensar que a mi historia le faltaba claridad y originalidad, que resultaba pedante o que probablemente había otros relatos mejores. Tampoco puedo descartar la falta de talento, que mi ego me haya secuestrado o que las ínfulas hayan distorsionado mi propia imagen. Sin embargo, resulta mucho más gratificante decantarse por argumentos externos, como que el premio estaba ya dado, que el jurado recibió tantos textos que quedó extasiado con los cinco primeros o que los miembros son unos auténticos patanes que apenas saben distinguir entre Cortázar y Marwan. Leídos los premiados, no me queda duda de que estamos ante una de las mayores injusticias de la literatura española.
El tercer premio fue Oda al negro cerdo. Una suerte de poema, con métrica variable y sin ritmo, que trataba sobre un cerdo con seis patas que resultaba ser una araña peluda. Todos los versos concluían con puntos suspensivos y había una sangrante confusión entre los verbos hacer y el echar. El segundo premio, Babe, el cerdito valiente, era la sinopsis de la misma película copiada de Filmaffinity. El ganador del certamen, Caricias de pan y panceta, resultó ser un relato erótico sobre el primer y último encuentro entre un mendrugo de pan duro y una panceta bañada en pringue, escrito con un generoso nivel de grandilocuencia que se derrumbaba por una errática mezcla de tiempos verbales.
No debería, pero volví a caer en otro error de un aspirante a escritor: introduje el nombre de los seleccionados en un buscador. Para mi sorpresa, el ganador era un escritor de renombre, es decir que contaba con una extensa biografía en la Wikipedia que él mismo se había encargado de redactar; el segundo premio había recaído en el hijo bohemio del director ejecutivo de Tocino Feliz, la compañía organizadora; y la lírica del tercer lugar había sido obra de la poetisa de masas Elvira Sastre.
Lo admito, en ese punto debería haber parado. No obstante, Internet es un lugar demasiado perverso para alguien con tanto tiempo. Seguidamente, me puse tras las pistas de los miembros del jurado. Estos eran Hortensio Tocino, concejal de fiestas de Torredelmarrano; Paco Pepe Tocino, director ejecutivo de la empresa; Pepe Paco Tocino, community manager de la empresa; y Máximo Huerta, escritor, presentador y el ministro de Cultura que menos tiempo ha ostentado el cargo en la historia de España. La frustración y la impotencia dio paso a la rabia. Se me llevaban los demonios. Necesitaba un plan astuto para consumar la venganza. No podía dejar que el jurado saliera de rositas. Después de reflexionar durante diez segundos, escribí un correo con lenguaje florido.
“En las dehesas de los certámenes literarios
resuena aún el eco del gruñido marchito.
El marrano sacrificado por la corrupción
está a punto de ser morcilla y salchichón.
No vayan a olvidar los jueces de postín
que a todo cerdo le llega su San Martín”.
Aun enojado por los hallazgos de mis pesquisas, estaba satisfecho por haber salvado mi honor como parte reprimida y haber ajusticiado al sistema corrupto. Mi texto La revuelta del senado porcino podría tener una segunda oportunidad en alguno de los poquísimos certámenes que aún quedasen limpios. Pero, lo fundamental es que había aprendido la lección: no volver a leer las obras premiadas de concursos presentados.
Por cierto, acabo de leer en la prensa que se ha fallado otro premio literario de postín. Aunque se comentaba en los mentideros que estaba en las quinielas, extrañamente no aparezco en la nómina de ganadores. Voy a ver qué tal está La bestia de Carmen Mola.

*Este relato es la tercera parte de:
Sobre concursos literarios
El vuelo del vencejo
👏👏👏
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Me alegro de que te haya gustado. Mil gracias por leer. Un fuerte abrazo, adelante!
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Jajaja, es que la temática de los certámenes literarios da para escribir ríos de tinta. Hasta Bolaño escribió sobre ello (y ganó un certamen con el relato sobre certámenes 😉). Un abrazo
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Tengo pendiente leer a Bolaño y sus recreaciones del mundo de talleres y concursos literarios. A mí me parece que es un mundo particularmente retratable, con las ínfulas que hay detrás de los relatos, las manos oscuras y la gloria vacía. Gracias por la visita, compañera. Un fuerte abrazo. Adelante!
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Reblogueó esto en RELATOS Y COLUMNAS.
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Muchas gracias por la difusión, compañero. Un fuerte abrazo, adelante!
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Como siempre, inteligente, irónico y estimulante para tus lectores. Hasta la injusticia puede convertirse en justicia cuando tras pasar por tu pluma nos la regalas. Gracias.
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La ironía es una fuente bastante democratizadora, nos desnuda a todos por igual. Me alegra que te haya gustado, compañero. Eres muy amable con tus comentarios. Un fuerte abrazo, adelante!
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Vaya mundo el de los concursos literarios! Y los concursos con tema específico difícilmente evitan cierto ridículo. Excelente historia.
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Lo que más me fascina del ridículo es que es una característica de la ubicuidad. En cada rincón está acechando para ajusticiar al cándido intrépido. Por algún motivo que no acabo alcanzar, su densidad es un poco mayor en los concursos de relatos. Me alegra que te haya gustado, compañero. Un fuerte abrazo. Adelante!
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Espléndido relato sobre las «injusticias» de los concursos literarios. Original y lleno de ironía, como tiene que ser. Enhorabuena. Un abrazo y buen finde.
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Supongo que en el momento que hay mil candidatos para un certamen de relatos, elija lo que elija el jurado va a cometer una injusticia, casi más por estadística que por mala fe. Pero, por suerte, podemos relatarlo y reírnos un poco. Encantado de que te haya gustado, compañero. Un fuerte abrazo, adelante!
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Me ha encantado. Te doy toda la razón sobre cómo están amañados este tipo de concursos.
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Dicen que hay alguno no amañado, pero yo todavía no lo he encontrado. Me alegra que te haya gustado este disparate. Eres bienvenida a este espacio. Un fuerte abrazo, compañera. Adelante!
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Hola estimado Rafalé, aquí de nuevo leyendo tus locuras, todas me gustan, pero cuando la tomas contra los concursos literarios, y los cursos para aspirantes a escritor, lo tuyo es simplemente genial, para morirse de la risa y tambien del coraje por tanto fruade. Quizá naciste solo para eso. Abrazo desde la frontera de Mexico con USA, (ni hablar, qué quieres; aquí me tocó vivir, lejos de Dios y cerca de los hijos de Trump).
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Querido, compañero. Me alegra mucho tenerte de nuevo por aquí. Es para mí todo un placer leer tus comentarios y percibir que te ha gustado esta temática. Creo que cuando uno vive la amargura, la ironía y el sarcasmo fluye de forma natural. No obstante, me gustaría que mi caudal también atizara a otros sectores, porque al fin y al cabo, el ombligo de los escritores es muy interesante para los escritores. Un fuerte abrazo, compañero. Te espero por acá. Adelante!
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Ja, ja, ja! Lo mejor es tomarse esta feria de las vanidades con humor, sí señor. Currazo de blog, enhorabuena. Recién llegado por estos pagos, a ver lo que aguanto! Saludos y abrazos.
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Por aquí nos gusta adobar el drama y la vanidad con sentido del humor. Más por una cuestión de supervivencia que por convencimiento. Bienvenido a este lugar, compañero y mucha fortuna en tu camino. Un fuerte abrazo. Adelante!
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