La Cuarentena De Los Necios · Vida Moderna

Los quintos compases del escritor

Emprender la publicación de un libro y enrolarse en el circo de la escritura es emprender una lucha constante contra las expectativas. Lo peor que uno puede hacer es tener expectativas. No es una filosofía que se ciña únicamente a la escritura, sino que conviene aplicarla para el resto de la existencia. Hay que arrancar de raíz toda expectativa, porque lo más normal es que jamás se cumpla y acabe generando frustración, desilusión, odio, adicción al pegamento o la necesidad de enrolarse en clases de bailes latinos. Me paso el día autoconvenciéndome de que mi mayor perspectiva debe ser únicamente la de sobrevivir al día. Nada más despertar me encierro en el aseo, me sitúo frente al espejo, frunzo el ceño, aprieto los dientes y grito masajeándome las sienes «Pa’ fuera expectativas, pa’ fuera expectativas, pa’ dentro realidad». No obstante, saben cómo seducirme y acaban por asfixiarme, dejándome una mísera bocanada que me mantenga con vida para que vuelva a caer en sus redes.

La primera parte de la gira de presentaciones terminaba con un doblete en la capital e inmediaciones, donde había pululado en los últimos dos años. La primera parada era Getafe. Allí se localizaban las oficinas donde me había dedicado a calentar la silla a cambio de un salario más que digno para ejercer la indigencia. Además, había conseguido introducirme en algunos círculos de autores primerizos y otras redes de lectura. Las autoridades locales habían dado luz verde al acto de promoción destinando el teatro de un centro cultural con capacidad para un centenar de personas. En solidaridad con mi obsesion por rebajar el optimismo, la responsable de la programación cultural me advirtió:

—No quiero desilusionarte, pero a las presentaciones de libros no viene nadie. A ninguno de los mangurrianes que vive por aquí le interesa la cultura. La última vez vino un productor que le había dado por dárselas de escritor. Sí, hombre, ese tan famoso, el que ganó el Goya en el 2014 o quizá en el 2004. Vino con ese otro director tan famoso, ya sabes, el que hizo la peli esa que es una petardada, pero a todo el mundo le flipa… Joder, la que sale ese chaval andaluz que es muy gracioso. Sí, hombre, cómo no vas a saber quién es, si anoche salió en el programa ese que echan en La Uno… O bueno, quizá en La Dos. Sí, ese, joder… En verdad, me quedé durmiendo a mitad y cuando me levanté estaban hablando de ese pintor que pintó la capilla esa que está por ahí por Roma o por Florencia. Menudo pájaro estaba hecho. No echan nada decente en la tele. Bueno, yo es que odio la televisión. También detesto a los escritores, a los cineastas y a los pintores. Sobre todo a la gente. Odio a la gente. Total que, como te iba diciendo, no vino nadie a la presentación y al final productor y director acabaron interpretando desnudos la banda sonora de esa americanada tan conocida, súper típica, la que canta esa otra actriz…

Cuando entré en el centro cívico pude hacerme una ligera idea de porqué nadie acudía a los eventos. El cartel de mi presentación estaba al final de un oscuro pasillo, en una pared destinada a anuncios particulares. Mi libro rivalizaba con el anuncio de venta de un Opel Corsa de 1996, una fiesta reggae prevista para marzo de 2018 y una foto del gatito Fliflí, que se había extraviado por las inmediaciones del ayuntamiento y el cual respondía al oír historias de corsarios. Aunque el panorama era desolador, pensé que raro sería que no acudieran veinte o treinta personas y se vendieran otros tantos ejemplares. Efectivamente, nos citamos tres personas: el presentador, una compañera del club de lectura y un compañero de trabajo, el cual había acudido para meter ficha a otra compañera que finalmente había dado la espantada. Eso sí, el móvil estaba abarrotado de mensajes con excusas y losientos variopintos.

No me desanimé y recompensé el esfuerzo del respetable con una homilía de dos horas. En la misma no menté ningún detalle sobre la novela. Me limité a insultar al ayuntamiento por su pésima organización, a la ignorancia de los lectores que despreciaban la verdadera literatura, a mis conocidos y amigos por no tratar mi carrera de escritor con el respeto y seriedad que merecía, a las grandes editoriales y también a las pequeñas, a los medios de comunicación por idiotizar al personal, al gobierno, a la oposición, al capitalismo, al comunismo, al canibalismo, a los restaurantes de comida rápida, a las redes sociales, a la pornografía, al trap, a Rosalía, a Vladimir Putin y a Don Quijote de la Mancha. En especial a este último dediqué mi última parte del discurso, tachándolo de fantoche y mentecato.

Cuando el acto finalizó quedábamos tres. El presentador se había fugado a mitad de mi intervención por algún motivo que aún desconozco. Jamás volvió a cogerme el teléfono ni responder mis mensajes. Sabiendo que probablemente ambos rechazaran la invitación, propuse tomar una cerveza en algún tugurio cercano. Para mi sorpresa mis acompañantes aceptaron de muy buen grado. A diferencia de la presentación, no pude apenas abrir la boca. Mis acompañantes, quienes no se conocían previamente, entablaron una conversación fructífera de la que apenas me dejaron participar. Lírica griega, la psicología de las medusas, aplicaciones del aceite de onagra o chamanismo para reducir el colesterol fueron algunos de los temas de conversación. También me enteré de que mi compañera del club también planeaba lanzar una novela en breve. Sostenía que su editorial le estaba presionando para terminarla y que le habían dicho que tenía tanto potencial que la convertirían en un bestseller en el mercado tailandés. Lo que se le olvidó mencionar era que su supuesta editorial esperaba con ansia el ingreso de 2000€ como condición previa a la edición. Son pequeños detalles, pero a quién le importan frente a una buena historia.

A la hora de la despedida, mi compañero de trabajo y la compañera del club tomaron la misma dirección. Expectante por el devenir de los acontecimientos, decidí esconderme en un seto y observar agazapado. Ambos se montaron en los asientos traseros de un coche. Los cristales no tardaron mucho en empañarse y celebrar el encuentro. Mientras tomaba el camino de regreso a casa, pensé que los próximos eventos podrían anunciarse como una forma de encontrar sexo furtivo entre casados y atormentados. Sería el target que me hiciera despegar definitivamente y, lo mejor aún, es que todo el mundo quedaría satisfecho sin entrar a evaluar la calidad literaria.

Durante el paseo de regreso a casa tuve tiempo para paladear el sabor de la decepción ante las falsas expectativas. Me juré que sería la última vez que me dejaría atrapar por la ilusión, que a partir de ahora pondría los pies en la tierra en el camino de la literatura. No podía permitirme el lujo de amargarme la consecución de una meta que me había conllevado tanto esfuerzo y que, fuera de lentejuelas, era una satisfacción personal.

Revisé el correo. En él tenía un mensaje que me informaba que había quedado finalista en un concurso de relatos. También se me invitaba a la gala en la que se desvelaría el fallo del jurado. El día y la hora escogida coincidían con la presentación de mi novela en la capital. Ya me las ingeniería para estar presente en ambos eventos. La adrenalina volvía a correr por mi cuerpo sin control. Había renacido de las miserias, la autocompasión y la falta de carácter. De golpe y porrazo volvía a ser un escritor reconocido. Seguramente, serían los albores de una carrera triunfante. Había olvidado el cuento de las expectativas y las frustraciones. A quién le importaba cuando era tan fácil sucumbir a ellas.

*Cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad

*Esta es la quinta parte de Los primeros compases del escritor
*Esta es la quinta parte de Los segundos compases del escritor
*Esta es la quinta parte de Los terceros compases del escritor
*Esta es la quinta parte de Los cuartos compases del escritor
*Sexta parte en Los sextos compases del escritor

18 respuestas a “Los quintos compases del escritor

  1. Empiezo por decir que estoy leyendo tu libro y me está gustando. Me encanta tu sentido del humor. No te desanimes. Yo he sido actriz y por muchas razones lo dejé hace tiempo y ahora me dedico a escribir.
    Un amigo que organiza en el CAUM (Club de amigos de la UNESCO de Madrid), entre otras cosas, lecturas de poemas , me pidio que participara en un recital de poemas de José Hierro. De las 20 personas que iban a venir (incluidos actores,actrices,compañeros de talleres literarios, etc), vinieron 2 y era lo primero que hacía desde hace unos 15 años.
    Tienes razón en lo de no tener expectativas, pero es inevitable, pero que eso no te aparte de seguir luchando. Un abrazo

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    1. Me complace enormemente que te esté agradando, compañera. Es cierto que si no hubieran expectativas, probablemente nos entregaríamos a la parsimonia. En cualquier caso, ya sabes que por aquí la verdad y la ficción hay veces que se confunden.

      Gracias por compartir tu experiencia. Ya me contarás cómo prosigue la lectura. Te mando un fuerte abrazo. Adelante!

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  2. Ja, ja, ja. Qué buen rato. Los Compases tienen que ser otra novela. Me lo paso con ellos casi tan bien como con LCDLN. Y coincido: enrolarse en clases de bailes latinos es el último escalón, el que nunca debe ser pisado. ¡Pa’ fuera expectativas! Abrazo, compañero, adelante (pero nunca adelante y atrás, como en los bailes esos :-).

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    1. No creo que los compases se conviertan en otra novela, pero sí me gustaría en algún momento sentarme y hacer un proyecto un poco más orondo sobre este mundo de lentejuelas y brillantinas.

      Siempre lo digo, la tentación de enrolarse en bailes latinos está ahí, pero hay que sucumbir. Va bien conservar una miajilla dignida’.

      Un fuerte abrazo, compañero. Te agradezco enormemente el apoyo y el entusiasmo. Adelante!

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  3. Efectivamente ya vas teniendo material para otro volumen.
    Por cierto, espero que en este caso la cerveza estuviera fresquita. Me preocupa mucho ese tema. Estoy leyendo Opus nigram, de Margarita Yourcenar y los personajes siempre beben la cerveza caliente. El tema merece un trabajo de investigación.
    P´alantre!

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    1. Todo aquel que ha tenido el arrojo de lanzarse al cenagal de la publicación ha podido experimentar algo parecido. Me alegra que te haya gustado, compañero. El estilo es marca de la casa. Creo que ya no sé escribir de otra forma. Debe ser cosa de la dieta.

      Un fuerte abrazo, compañero. Eres bienvenido a este lugar. Adelante!

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