Reseñas

Camino sin señalizar — Jaime Molina

Con el propósito de escudriñar trabajos de otros compañeros de sello, Alejandro Santiago, nuestro magnánimo editor, me invitó a leer Camino sin señalizar. Su autor, Jaime Molina, cuenta con varias novelas publicadas y reconocimientos destacados en certámenes literarios, en especial en el campo del relato. Con tales señas me planté en una de sus presentaciones, una de las más curiosas a las que he asistido. En el Paraninfo de la Facultad de Derecho, repleto de estudiantes de derecho, los personajes de la novela, tratando de recrear alguna escena contenida en la novela, se rebelaron contra el propio Jaime y los asistentes que allí nos congregábamos, una idea que siempre nos persigue a los que nos gusta pringarnos de tinta. Del evento me traje una copia firmada que he estado degustando entre cambios de pañales y arrumacos para la pequeña E.

Camino sin señalizar nos adentra en un thriller ambientado en el ambiente BDSM. Marta, una decidida policía, anda tras los pasos de las prácticas de su amiga Irene, una abogada de apariencia mojigata y asidua a las prácticas de sado, quien se introduce en la guarida del lobo —localizada en un camino sin señalizar— en busca de Luna, una compañera de prácticas. Mientras se desarrolla la investigación, Jaime Molina recrea el paradigma de amos y sumisos que va más allá del cuero, la mordaza y los látigos, sino que de forma paralela se repite en los estamentos políticos y también policiales. Como ha ocurrido en varios casos reales, los asesinatos y los abusos no ven la luz por la impunidad con la que se vanagloria el poder. Detrás del presente retrato hay riesgo, inconformismo, una portentosa labor de investigación y una rigurosa documentación. No obstante, las escenas bondage me han trasmitido cierta sensación de lejanía, como si estuviera presenciando la intriga desde la esquina de un ventanal y no pudiera llegar a observar toda la habitación.

Uno de los puntos fuertes de Camino sin señalizar es su voz, la cual está construida con frases certeras para la narración, un recurrente uso del diálogo y reflexiones existenciales que acompañan los comienzos del capítulo con algún alarde lírico. De hecho, el destino original de la obra era convertirse en guion de película, la cual se encuentra por filmar. Como buena novela del género negro, sabe dosificar la intriga y no dar puntadas sin hilo, lo cual, para un aspirante a escritor del montón, se antoja un hito complejo.

Así pues, pongo punto y final de esta lectura preguntándome si en este camino sin señalizar tendremos la posibilidad de descubrir si alguna vez seremos amos o si nos resignaremos a ser por siempre sumisos.

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3 respuestas a “Camino sin señalizar — Jaime Molina

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