Reseñas

Soñaremos con la gran música — Darío Méndez

Estimado editor, y sin embargo amigo, Darío Méndez,

¡Qué de vueltas tiene la vida! Como cuando un autor, por el que has apostado e impulsado con tu entramado editorial, descubre tu faceta de escritor y se dispone a diseccionar una obra tuya. Un más que posible «vino a por lana y salió trasquilado», fácilmente eludible mediante la vanidad del plantel. Dicen que los editores son de mucho larala y poco lerele, pero, tú, Darío, has demostrado por activa y por pasiva que eres un tipo valiente, transparente y consecuente. He de confesar que tu Soñaremos con la gran música no estaba en mi radar hasta que este apareció entre impetuosos bochornosos y, con cientos de lecturas pendientes y atracos a medio cometer, acepté el envite.

Hay algo en los tres relatos de Soñaremos con la gran música que me han hecho devorarlo vorazmente. Quizá los capítulos efímeros, quizá el ritmo trepidante, quizá el potencial de las tramas, quizá el morbo entre autor-editor o quizá mi dieta baja en carbohidratos. Las hormigas nos sitúa en un Siglo XXII corroído por un capitalismo desaforado, capitaneado por una multinacional que rige todos los estamentos de nuestra vida mientras dos de sus trabajadoras, Mara y Sai, debaten las injusticias del sistema e intentan estérilmente luchar contra ellas. Un espíritu que compartimos, Darío, y del que convenimos que la literatura —con comillas— puede proyectar sin caer en el patetismo. Cuando mascaba un ajusticiamiento distópico, la pareja protagonista se enreda en una trama sentimental que ayuda a describir el contexto histórico. Celebro tu arrojo de meterte en la piel de esas dos muchachas, Darío, así como hablar sin tapujos de amor y miedos, pues es imposible no hacerlo sin sacar a relucir tus propias heridas o caer en el riesgo de embarrarse en los lodos de la cursilería o el ridículo.

Otra cuestión que cobra relevancia es el de la escritura y las ansias de Sai en convertirse en escritora. Al respecto, Darío, he de confesar que soy mucho más pesimista respecto a tu distopía. Intuyo un futuro donde las inteligencias artificiales escriban las obras que queremos leer, pero, al igual que tú, contemplo que la Amazonia de turno será la editorial que ejerza un monopolio de rostro amable. Por ser un poco optimista, si por entonces aún perviven los escritores, estos tendrán su propia legión de lectores bot y nos ahorraremos los recurrentes bochornos a los que ambos estamos acostumbrados.

La ambientación de Las hormigas se prolonga en Los gusanos, rubricando la premisa de que los relatos de un recopilatorio han de comunicarse entre sí. Mediante una ciencia ficción ágil dicho texto debate acerca del pensamiento o si esta capacidad nos hace más realizados o si nos lanza a la desgracia. De forma convincente señala la clara tendencia a no pensar y convertirnos en autómatas en manos del poder. Me alegra, Darío, volver a coincidir. Cierra la apuesta Las cucarachas, la cual vuelve a incidir en el dolor de pensamiento y la arriesgada búsqueda de anestesias del dolor y potenciadores de la euforia, integrando a la ecuación el cuestionamiento de la identidad personal. Y, cómo no, una de las aventuras más peligrosas de esta vida: entenderse con la familia política y no morir en el intento.

Al final ni hubo lana ni trasquilamiento, Darío, solo la constatación noble y lúcida de que cualquier estilo narrativo tiene poder transformador si quien lo empuña está convencido y comprometido. Continuemos soñando por esa gran literatura, estimado editor, y sin embargo amigo.

3 respuestas a “Soñaremos con la gran música — Darío Méndez

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