Movidas que no te explican

Una de las miles de cosas que no te explican antes de ser padre es que tu atractivo aumentará considerablemente. Que cuando salgas a la calle serás parado o saludado por decenas de desconocidos, mayoritariamente mujeres de cierta edad, solo por el pretexto de ir tirando de un carrito cuyo interior alberga una minúscula y adorable criatura. Obviamente la atención va dirigida a la pequeña E, pero de ser un cero a la izquierda a ser papá y relaciones públicas de E hay un abismo.

Expertos en silencios — Pablo Gonz

«¿Qué cojones es esto?», fue la primera reacción que emití tras terminar la lectura de Expertos en silencios. Después de unos días que dejé a mi juicio recomponerse macerándose en el sosiego, creo que estoy en disposición de defender la tesis de que el riesgo siempre es un acierto. Y a poco que el experimento esté conducido con un mínimo de solvencia literaria, como muestra Pablo Gonz en esta y otras contiendas líricas de la internete, el resultado corroe como un zumo anaranjado de ácido clorhídrico.

Estimado amigo reseñador

Estimado amigo escritor de reseña
permíteme que te brinde esta oda
en reconocimiento a tu trascendente faena
de practicar con la ignorancia el arte de la poda.
Gracias por descubrirnos a anónimos autores
como Auster, Woolf, Delibes o Vila-Matas
de los que, fíjate, yo creí que eran labradores
antes de ser deslumbrado por la luz de tu atalaya.

Rejos austeros

A raíz del fallecimiento de Paul Auster —y con la debida deferencia de no compartirlo con el cadáver aún caliente y no atestar las redes de anécdotas perfumadas de narcisismo barato—, he recordado la vez en que estaba leyendo La trilogía de Nueva York. sumido en las penumbras de la Tasca Austera. El caso es que allí me sirvieron una tapa de rejos cuya memoria me inunda el lagrimal de densa saliva. ¡Oh, qué fritura tan delicada, qué pulpo tan fresco, qué suavidad de mayonesa, qué bollo de pan horneado en leña! De la fascinación que embargaba mis sentidos debí dejar olvidado el ejemplar de Auster sobre la barra. Aunque tanteé el reencuentro en más de una ocasión, la Tasca Austera jamás volvió a servir rejos. Tampoco encontré el libro y nunca tuve la inquietud de retomar su lectura. Como me reveló Auster en un encuentro de cazadores de vello axilar, «Nunca se sabe qué tapas nos depara la vida. Lo importante es tener buen saque para devorarlas».

Gracias por tanto, Paul.

Indiferencia intacta

Andaba yo subido sobre la barra de lo del Ferlosio, declamando por Cabrío en presencia de Unamuna, el Cervan, Joselillo Saravago, Carlitos el Dickens y Julio Cortezas, entre otras celebridades. Fue mientras recitaba un soneto sobre la mugre de los pies cuando tropecé con un voluminoso torrezno de Tenerife, caí de la barra y di con mis huesos en un suelo cubierto de servilletas, huesos de aceitunas gordales, bigotes de quisquillas, cabezas de puros, cucarachas a medio morir y floridos insultos manuscritos. Al parecer el golpetazo en la cabeza me había hecho perder la consciencia. Entre Unamona y Cortezas me habían trasladado a un hospital cercano montado en el elefante de Saravago.

‘Fuerte bochorno’ en La hora extra

Esta mañana he amanecido con la radio puesta. En La Hora Extra (Cadena SER) se hablaba de las diferentes ferias del Libro, de Sant Jordi, de escritores de verdad y recomendaciones de algunos de los libros más destacados. De repente se ha colado un joven hablando de Fuerte bochorno y casi muero en la cama de un ataque de vergüenza ajena.

Mil gracias al equipo y a Dani de la Fuente por su autenticidad y valentía. Desde aquí se puede recuperar la entrevista. Prometo seguir dando más bochorno. Un placer!

Entrevista en Canal Sur Radio

Hoy he estado en los estudios de Canal Sur en Granada para presentar Fuerte bochorno. Por supuesto mi intervención no ha escatimado en bochorno. Mil gracias a Jesus Reina y a su equipo por la simpatía y el buen rato. El programa se puede escuchar desde este enlace (a partir de 42:40)

*No hay fotos del evento porque uno está en la parra.

Obra maestra — Juan Tallón

Pocos libros pasan al recuerdo sin un ápice de riesgo. No obstante, adentrarse en lo desconocido entraña aceptar una más que previsible incomprensión, lidiar con la eterna imperfección y un desengaño creciente que se tornará en frustración. Siempre es mucho más fácil aunar el consenso —y unas golosas regalías— con la infalible fórmula de transcribir a García Márquez, Bolaño, Poe, Christie o al que se ponga por en medio. Uno de los autores que se distingue por arriesgar es Juan Tallón, quien, en su última tentativa maravilla con Obra maestra. Un proyecto titánico al que es imposible no atisbarle algunas grietas, pero minimizadas por el magnetismo de la historia y la minuciosidad de la narración.

El relato por barrer

Amanezco en el sofá abrazado al ordenador. Debí quedarme dormido mientras trataba de escribir o contemplaba los progresos de un compañero de instituto que lo está petando en Instagram recreando rostros de filósofos mediante la caballera de su sobaco. «Espabila, Rafalete. ¡Mira qué hora es!», grita mi compañera a la que cada vez me cuesta más distinguir con mi madre. Tengo diez minutos para vestirme, desayunar, cambiar el pañal de E, vestirla y llevarla a la guardería, en un orden que no tiene porqué ser el que siga el resto del mundo.

‘Comer culos’, Tercer Premio IV Sinver/güenza Kanaya

Al parecer mi relato Comer culos se ha llevado el tercer puesto en el IV concurso de Sinver/güenza Kanaya organizado por la Asociación Cultural Eclipse de Valladolid. Un relato tan bochornoso e irreverente que no sé si hacer público por los problemas que me pueda ocasionar.

Cualquiera escribe un libro

En una de las presentaciones de La cuarentena de los necios me mostraron un mensaje del que había sido uno de mis profesores de bachillerato. Afirmaba que «Cualquiera escribe un libro.» En medio de la euforia, aquel mensaje me sentó como el agua hirviendo que le lanzan a un marrano para pelar su cuero. Aquel mensaje resonó en mi cabeza durante varias semanas. También se suele presentar cuando enciendo el ordenador para escribir algún disparate recubierto de ínfulas. Aunque me fastidie, con el tiempo comencé a darle la razón al profesor. Publicar libros es un acto un tanto vulgar, el cual roza la obscenidad, todo un banquete en una pretenciosa chochiquera. Basta un poco de suerte y un mínimo de desvergüenza para firmar una novela. Si no la chequera puede ser suficiente para contentar los delirios de novelistas, poetas o chamanes sin acólitos. Quizá lo sublime esté en resistirse a la tentación de publicar.

Presentación de Fuerte bochorno

Gentes y gentas de Granada,

El próximo jueves estaremos festejando la publicación de Fuerte bochorno. Las anticuadas camisas de escritor serán sustituidas por las bermudas y las chanclas. Prometo que me voy a dejar la piel por abochornar al respetable que allí se deje ver.

Me acompañará mi maestra y, sin embargo, amiga Cristina Gálvez quien tiene bastante culpa de que los polvos que alumbraron estos bochornos y quien además ha escrito un precioso texto para la ocasión. También estará Darío Méndez, editor de Niña Loba, a quien estoy agradecidísimo por su profesionalidad y entusiasmo. Será en el Papaupa con Tremenda Librería mediante. Sus espero!

*Próximamente se anunciarán más presentaciones. Si estás interesado en organizar una o que me quede a cuidar a tu chihuahua no dudes en escribirme.

Un hombre bueno — Cecilio Gamaza

Cada día tengo más dudas de que la bondad sea una cualidad que abunde entre el gremio de escritores. Cuestiones de una dedicación que, además de las palabras y las figuras, apela al ego. También a la acumulación de experiencia. En ocasiones sucede que entre las páginas de un libro se cuela el interrogante acerca de la personalidad de su autor, si este refrendará el espíritu con el que ha insuflado a la obra o si todo es una máscara estética. Con la flamante publicación de Cecilio Gamaza, no queda duda de que páginas y escritor reman en la misma dirección.

Estimado amigo don Sergio

Estimado amigo don Sergio del Molino,
se dice se comenta que has sacado libro,
con honores en un certamen galardonado
que, será casualidad, tu sello editorial ha organizado.
Es como si te topas y le das un abrazo a un oso salvaje
y de repente descubres que eres tú ese bicho con traje.

El Cervan no tiene editorial que le publique

Los viernes por la noche suelo encontrarme al Cervan en lo del Ferlosio. Generalmente pululan por la taberna autores de un talento indiscutible pero inclasificable, por pulir digamos, esquivos del reconocimiento de público y crítica o tan siquiera del de sus familias. También huidizos de la sobriedad como si esta fuera la mismísima muerte armada de guadaña. Además del Cervan, son habituales el Unamona, Rubén Cabrío, el Poes, Julio Cortezas, Benito el perro Galdós, el poeta García Horca o el cuentista emergente Carlitos el Dickens. En el grupo se me conoce como José Saravago, artífice del célebre Evangelio según el ruinas de Caifás, cuyo manuscrito sirve al Ferlosio para secar los cálices con los que brindamos para celebrar nuestra incomprendida genialidad.