Reseñas

Malasanta – Antonio Tocornal

Si hay un autor con el que, además de leer, procuro embadurnarme de su estilo y su perspectiva ese es Antonio Tocornal. Debe ser que la cercanía que trasmite en persona y mediante redes ha propiciado la ilusión de que cualquier torpe aprendiz puede facturar algo parecido. No, no lo es. Lo más plausible es que, sin pretenderlo, el autor gaditano haya fundado algún tipo de movimiento en el que sus fervorosos adeptos nos maravillemos de sus hitos y de su creciente popularidad. Malasanta, Premio Felipe Trigo de novela y editado por Fundacion José Manuel Lara, es su quinta novela. En ella, además de ofrecer un muestrario excelso de narrativa pulida e imaginación prodigiosa, encauza la singularidad para lograr un retrato con un mensaje demoledor.

En esta tentativa, Tocornal descubre la biografía de Malasanta, la única hija de Dámasa la Tuerta. La protagonista crece en el prostíbulo donde ejerce su madre, localizado en La Ciénaga, un pueblo de mala muerte, y paulatinamente adopta las costumbres que allí ve. La novela está estructurada en una sucesión de capítulos enclavados en las edades de Malasanta, comenzando por la edad de cinco años y dando saltos de una década. Una serie de personajes marginales acompañan las desventuras de la protagonista: un niño desprovisto de brazos y piernas, una mujer transexual, el antiguo dueño de una mercería, un joven con diversidad funcional, un indigente que sobrevive monetizando la burla de unos youtubers… Tanto la estructura, como las deformidades y las singularidades físicas han sido una constante en el surrealismo que rezuma la obra de Tocornal. No obstante, el empaque trágico de Malasanta confiere a dichos personajes el poder de retratar los bajos fondos para denunciar la indiferencia de todos los que vivimos en esa misma sociedad y que, de alguna forma, somos partícipes de su situación.

He de admitir que mi lectura de Malasanta estuvo permanentemente acompañada de aspavientos, onomatopeyas y comentarios del estilo de «¿Cómo puede ser tan bueno este cabrón?» o «¿Cómo cojones se le puede ocurrir ese giro?» No ha sido una sorpresa corroborar el estilo tan enérgico al que nos tiene acostumbrados Tocornal, esa voz de narrador precisa y elegante, que cede toda la brillantez a la historia. A pesar de la crudeza de la trama, es notable la construcción de comparaciones naturales. Lo que me sigue alucinando es la rigurosidad de los pormenores. Tan pronto Tocornal puede descolgarse con una disertación sobre costura, como esbozar conceptos geométricos abstractos o enunciar con propiedad los tags que emplean las páginas web porno para categorizar los vídeos. Esa minuciosidad es la que otorga credibilidad a la vorágine de obras y milagros. La ironía y el humor son elementos persistentes en Malasanta, cada vez más atenuados por una precisa sutilidad.

Me gustaría señalar que la ficción construida por Antonio Tocornal se ha vuelto tan extensa que en esta novela nos ha regalado una visita de Malasanta a Las Almazaras, el pueblo ficticio donde acontece Pájaros en un cielo de estaño, su publicación precedente. A diferencia de este o La noche en que pude haber visto tocar a Dizzy Gillespie, probablemente sea Malasanta donde el alma de escritor de relato corto quede más difusa en favor de la faceta de novelista. La mayor extensión de los capítulos, el peso de la trama principal en detrimento de pequeñas subtramas y la descripción exquisita son pistas del tránsito.

Más allá del retrato social que presenta Malasanta y de la metáfora que esboza la escena final, se agradece la omisión de una moralina. Sin embargo, me gusta pensar que esta obra deja a las claras que según te críes, tu futuro se moverá en un entorno muy pequeño de este. Y suerte de mí que en mi pequeño entorno haya podido introducir la obra de un maestro como Antonio Tocornal.

4 respuestas a “Malasanta – Antonio Tocornal

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